jueves, 20 de mayo de 2010
—Hola, Tyler; soy Edward Cullen —saludó muy educado, al menos en apariencia, pero yo ya le conocía lo bastante para detectar el leve rastro de amenaza en su tono.
¿Qué hacía Tyler en mi casa? Caí en la cuenta de la terrible verdad poco a poco. Bajé la vista para contemplar el elegante traje azul oscuro en el que Alice me había metido.
—Lamento que se haya producido algún tipo de malentendido, pero Bella no está disponible esta noche —el tono de su voz cambió, y la amenaza de repente se hizo más evidente mientras seguía hablando—. Para serte totalmente sincero, ella no va a estar disponible ninguna noche para cualquier otra persona que no sea yo. No te ofendas. Y lamento estropearte la velada —dijo, pero lo cierto es que no sonaba como si no lo sintiera en absoluto.
Cerró el teléfono con un golpe mientras se extendía por su rostro una ancha y estúpida sonrisa.Mi rostro y mi cuello enrojecieron de ira.
Notaba cómo las lágrimas producidas por la rabia empezaban a llenarme los ojos.
Me miró sorprendido.
— ¿Me he extralimitado algo al final? No quería ofenderte.Pasé eso por alto.
— ¡Me llevas al baile de fin de curso! —grité furiosa.
Para vergüenza mía, era bastante obvio. Estaba segura de que me hubiera dado cuenta de la fecha de los carteles que decoraban los edificios del instituto de haber prestado un poco de atención, pero ni en sueños se me pasó por la imaginación que Edward pensara hacerme pasar por esto, ¿es que no me conocía de nada?
No esperaba una reacción tan fuerte, eso estaba claro. Apretó los labios y estrechó los ojos.
—No te pongas difícil, Bella.
Eché un vistazo por la ventanilla. Estábamos ya a mitad de camino del instituto.
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